martes, 18 de noviembre de 2014

El conde de Montecristo – Alejandro Dumas

-Siento -le dijo el abate- el haberos ayudado en vuestras averiguaciones de ayer y haberos dicho lo que os díje.
-¿Por qué?
-Porque he engendrado en vuestro corazón un sentimiento que antes no abrigaba: la venganza.
Dantés se sonrió y dijo:
-Hablemos de otra cosa.

El castillo de If en la actualidad
Corría el año 1815 y Edmundo Dantés parecía tener un futuro de lo más envidiable: un ascenso a capitán de navío mercante con sólo veinte años, el matrimonio con la hermosa mujer a la que amaba y un buen patrón que lo estimaba como si fuera su propio hijo. Nada parecía indicar que la envidia, los celos y las maquinaciones de sus rivales pronto truncarían todas sus expectativas y mandarían al jovencísimo marino nada menos que a la celda más profunda del infame castillo de If, la prisión real de Marsella. Una denuncia de actuar como agente bonapartista en la Francia de la Restauración y el miedo del procurador del rey condenaron al desdichado de Dantés a pasar catorce años en la inmunda y lóbrega prisión marítima. Mientras sus rivales escalaban en fortuna y en posición social gracias a sus desdicha, el protagonista se descubre como persona y es educado por un viejo abate con fama de loco, compañero accidental de prisión de Edmundo, quien le relata–en sus últimos momentos– la existencia de un antiguo tesoro cardenalicio en la desolada isla de Montecristo. Tras su espectacular fuga de If, Dantés decide recuperar el tesoro y usarlo para un objetivo muy claro: devolver a de sus enemigos las desgracias que le han ocasionado. Comienza la venganza del conde de Montecristo.


"¡Me he substituido a la Providencia para recompensar a los buenos ... Que el Dios vengador me ceda ahora su puesto para castigar a los malvados!"

    Hacer la reseña de una obra maestra no es fácil, más si es una de las que han servido como base de la narración de aventuras posteriormente, y aún más si resulta que fue una de las más populares ya en su tiempo. Considerada la mejor obra de Dumas, esta relato consagró algunos de los presupuestos en los que se basó la novela por entregas del siglo XIX, reportando fama y pingües ingresos a su autor. Su intrincado argumento, la multitud de personajes principales y secundarios, la simultaneidad de escenas narrativas, catáforas literarias y cambios de fortuna progresivos conforman la espiral del relato en medio del cual el conde de Montecristo va ejecutando su venganza, temática principal del relato. Del carnaval de Roma a la alta sociedad parisina, Montecristo se presenta como un peculiar personaje multimillonario dispuesto a establecerse entre la alta alcurnia de París, que le recibe con gran expectativa debido a su fama. Es el relato de cómo un desgraciado presidiario con catorce años de reclusión asciende social y personalmente de manera vertiginosa para llevar a cabo un muy meditado plan de venganza. Montecristo aparece como el resultado de un perfeccionamiento personal que se inicia en la prisión y durante los diez años siguientes a su salida, perfeccionamiento muy dirigido hacia la consecución de su plan vengativo. Este perfeccionamiento no es narrado en la novela, pero hay referencias de él que se van entreviendo durante la trama. Se opera un cambio en el personaje hasta el punto de que parecen haber pocas conexiones emotivas o vivenciales que conecten al conde de Montecristo con Edmundo Dantés, hasta el punto que los lectores más incautos dudarán de su identidad.

    Edición española de 1860
    Abundantes referencias al contexto político de la época, que se adecua a la trama cuando conviene sin dejar de ser un telón de fondo; historias secundarias con vida propia que se engarzan con el relato principal, vergonzosas actuaciones en el pasado que Montecristo saca oportunamente a la luz, complementan la ejecución sumaria de una venganza que finalmente hace dudar incluso al propio conde de sus consecuencias. Es la historia de un proceso personal que sitúa en dos bandos a los muchos personajes, a pesar de sus múltiples cruces e interacciones y sin que ellos lo sepan, manteniendo la tensión lectora hasta el final. 

    Quizá sin que el lector se percate de ello, la novela inaugura un esquema narrativo que se ha revelado muy exitoso hasta el momento presente, no sólo en novelas sino también en el cine, series, y hasta las aventuras de superhéroes: una penosa ofensa inicial, un proceso de adiestramiento de la víctima y una venganza final sobre los culpables al cabo de un tiempo, con acciones oportunas de recompensa hacia los bienhechores, inocentes y almas de limpio corazón. Queda claro que el esquema básico de El conde de Montecristo ha tenido mucho aprovechamiento hasta la actualidad, pero muy pocos relatos alcanzan la maestría de la apasionante novela de Alejandro Dumas.

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